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viernes, 28 de mayo de 2010

Prologo de mi novela

Prólogo

La vida tiene muchas incógnitas, cada una dirigida a un aspecto que rodea las cosas. Cada pregunta surge según lo que nuestra mente quiere saber. Algunas dudas son resueltas a través de los demás, otras adquieren carácter de inútiles o absurdas. Pocas simplemente no tienen respuesta.
Hay un montón de dudas que a lo largo de mi camino han atormentado, inquietado o simplemente llenado mi cabeza.
Cuando las personas piensan en la respuesta a sus incógnitas suelen revelar algo oculto, algo que de pronto aflora y se revela. Algo que todos ocultamos a toda costa, nuestra capacidad para vivir y afrontar lo desconocido… los hay quien no se detiene, hay quienes luego de algunos intentos simplemente lo abandonan, hay quienes piensan a morir y hay quienes no se preocupan. Yo suelo ser una mezcla de todas estas personas. A lo largo de mi vida pase por diferentes estilos de pensamiento. Hay quienes al darse cuenta de lo complicado que es resolver sus dudas, piden ayuda a gritos, los hay que solo lo hacen en silencio. He visto como algunos otros se encierran en sí mismos y quienes incluso que ni siquiera siguen un trayecto.

Esta es mi historia, la historia de una vida llena de dudas, la historia de una persona que desde los 19 años vive recluida en un mundo ajeno a los movimientos, a los sentidos, a los sabores, a los sonidos. Mi nombre es Aline y tengo 29 años, diez de los cuales los he pasado con una pregunta en mi cabeza. Presente, callada, inmóvil y paciente.
Nací en un suburbio cerca de Los Ángeles. Pero pronto mis padres se mudaron a Kansas, pase varios años mudándome de condado en condado por todo el distrito. Aun recuerdo lo pequeña que era al inicio y no podía asomarme por el cristal del Ford Anglia de mi padre. Mi hermano Christopher y yo viajábamos juntos en el asiento trasero del auto. Yo con mis pocos años necesitaba que alguien se sostuviera en sus piernas para poder asomarme a mis anchas por sobre la ventanilla y ver todo, en cambio mi hermano, el sí que era grande para ver por la ventanilla y eso me mortificaba enormemente. Todos los viajes a lo largo de mi vida me dejaron un recuerdo, pero estos recuerdos no están basado en algún hecho en concreto, los de mis infancia los recuerdo como un humor pegajoso. Era pegajosa la piel de los asientos, eran pegajosos los dedos de mi hermano luego de comer, era pegajosa la frente de mi madre al dormir recostada en el asiento delantero. Era pegajosa la tierra del parabrisas luego de una ligera llovizna y eran pegajosas las lágrimas de mis mejillas cuando me rendía y ya no quería ir confinada en ese universo de cuero y cristal que era la parte trasera del auto de papá.
A veces por un tiempo olvidaba todo y me concentraba en crecer lo más que pudiera porque sólo de ese modo podía ver el mundo que corría junto al auto de mi padre y aunque nunca crecí al ritmo que quise logre luego de la cuarta mudanza, ver por ese cristal. Mi madre decía que no había nada extraordinario, mi padre solo reía y Christopher intentaba que disfrutara cada momento. En aquella época yo ya tenía 9 y Christopher iba por los 13, habíamos recorrido cerca de la mitad del camino a mi nuevo hogar, y yo le aseguraba a mis padres que dentro de pronto seria amiga de la mitad de Kansas, ellos se reían y me preguntan
-¿Cómo sería eso? pero yo no tenía una respuesta a esto, así que aguardaba callada. Hasta que la noche posterior a nuestra llegada, mientras Christopher y yo poníamos la mesa le dije de pronto y así sin más
-seremos amigos de medio Kansas porque medio Kansas ya nos conoce… el sonrío y me dijo
-yo creo que si seguimos así no seremos amigos de medio Kansas, seremos vecinos de medio Kansas-
Yo no logré entender esa respuesta, pero tampoco quise preguntar qué significaba, así que me fui a la cama con esa pregunta ¿qué me habrá querido decir Christopher en realidad?
Era verano, y mi nueva casa era enorme, teníamos una cochera con especio suficiente para un circo completo ahí dentro, una cocina luminosa, junto con una sala de estar menuda y enclenque, ya que ese sofá había sobrevivido a cuatro mudanzas y aun servía para entretener a dos niños intempestuosos, a todo esto hay que añadir un sótano helado, y un conjunto de tres habitaciones en la parte superior del piso que eran muy cómodas y frescas, definitivamente me encantaba mi nueva casa, y aun más cuando descubrí que mi nueva escalera crujía cada vez que alguien subía y bajaba por ella sin el cuidado adecuado; para el primer mes los pasillos aun estaba inundados de polvo. Mi mamá no solía ser el ama de casa devota de aquella época. Además trabajaba como florista, así que al salir por la puerta trasera mi hermano y yo podíamos hacer dos cosas; tirarnos sin preocupación en cualquier lugar del inmenso jardín de papá o pasar la tarde en el invernadero de mamá, en el cual más de una vez nos llegamos a sofocar debido al calor encerrado en los días más soleados.
A veces cuando me quedaba sola, fingía a que era una princesa cautiva en un paraíso lleno de aromas y texturas, y tejía coronas de madreselvas y gerveras para romper el hechizo que había sobre mí y salir libre a esperar a mi príncipe que estaba pronto a llegar a por mí.
Otras veces Christopher y yo nos íbamos al ático, donde los antiguos inquilinos habían olvidado ropa digna de un museo de historia y nos disfrazábamos de héroes del siglo pasado, con sombreros, abanicos de organdí, faldas que arrastraban hasta mis tobillos y chalecos de colores tan ordinarios que estaban repletos de agujeros; hasta que mi papá subía donde nosotros y nos hallaba encerrados en un pretérito perfecto.
Al finalizar el verano no logre hacer ninguna amiga, y aunque extrañaba la compañía de una niña, mi hermano Christopher se había convertido en mi mejor amigo aquel lejano verano.

Capitulo 1
El comienzo de mi cuarto grado
El peso de mi cartera oprimía mi espalda. Era temprano y había que caminar, el recorrido a la escuela no era largo y además mamá me acompañaba, a lo largo del recorrido parloteaba sin parar y todo debido a la excitación que me producía iniciar un nuevo año en una escuela diferente. En la anterior pase alrededor de dos ciclos escolares; nada que decir de estos, salvo que solía ser la más preguntona de mis compañeros y que para todo obtenía un respuesta sencilla.
Los pasillos escolares suelen ser un lugar donde la ley del mejor adaptado predomina, porque casi siempre los mayores ordenan, y los pequeños disponen; y aunque nunca fui muy alta para mi edad y mis nervios por conocer mi nuevo salón predominaban, fui guiada con calma hasta mi nueva aula. Era amplia, luminosa y había pocos pupitres libres, ocupe uno al centro, cerca de una nena rubia y de ojos castaños, frente a mi había un chico de cabello ondulado, negrísimo, y detrás de mi estaba Mary.
La primera impresión siempre es importante y hasta la fecha no sé porque Mary no me causo gran impresión, pero a lo largo del día, luego de la timidez inicial se fue convirtiendo en mi mejor amiga.
Los alumnos suelen catalogar a los maestros por su genio y su físico. Yo hasta entonces iba por el cuatro, y por mi había pasado un profesor y tres profesoras, el había sido mi primer maestro, era joven y tranquilo. Luego vino la tercer mudanza y con ella dos maestras y dos ciclos, la primera era enérgica y autoritaria, recuerdo que solía temblar ante ella, pero a pesar de su carácter nunca nos castigo de un modo severo y mucho menos inmerecidamente. La tercera maestra era más bien desobligada y somnolienta. Del tipo de personas que los mismo se duermen de pie que en el subterráneo, y aunque no logre aprender gran cosa con ella yo solía divertirme de sus confusiones diarias... Algo me dijo que este años y precisamente esta cuarta maestra iban a ser diferentes pero sobre todo que se iba convertir en mi favorita, era paciente, sonriente, y sobre todo ella solía tener una respuesta para todo; luego de presentarme al resto de la clase se dirigió junto conmigo a mi pupitre y me explicó que tocaba ver ese día, mi horario y además me dio una lista de libros para niños que supuso me gustarían, durante el almuerzo se la mostré a Mary, y ella me comento que los maestros solían hacer eso, y que su lista era distinta a la mía, y que su lista era distinta a la mía, luego de unos meses puede ver integra ese numerado de libros, los míos tenían más tendencia a los títulos mitológicos … los de ella eran orientados a la ficción. A veces me intrigo la diferencia entre su lista y la mía, pero como carecía de importancia para mí lo olvide…
Por la tarde ese día me mostro la biblioteca, yo jamás había ido a una biblioteca en toda mi vida. Pero Mary me guío por entre los pasillos buscando los primeros dos libros de esa lista, el primero era un clásico “la Ilíada” el segundo era “El Panchatantra” un cuento hindú. Esa noche me quede dormida sobre mi libro luego de llegar al destierro del príncipe Paris.
Mi segundo día fue más divertido que el primero, pero hasta cierto punto inquietante, la razón una vez más se encuentra entre las cosas que ignoro. Por la mañana conocí a Connor el chico que se sienta delante de mí, luego él se encargo de presentarme a Noah (un nombre raro para alguien como ella), solo recuerdo que ambos eran muy callados, pero que sus ojos brillaban con un resplandor de vida sorprendente.
Los días pasaron rápidos, en ocasiones íbamos a la biblioteca a leer los libros que nos recomendaron pero no siempre andábamos solas, a veces nos acompañaban Christopher y Connor. Es sorprendente ver como Connor logro entenderse con Christopher y aunque estuvieran callados no parecían incómodos, por mi parte yo no podía mantenerme callada, ya sea con Mary, Noah o mi madre siempre parloteaba sin parar.
A veces cuando los días se tornan luminosos y el sol penetra en mi habitación tan pálida y llena de flores que aun en ocasiones Connor me trae recuerdo los días en que Mary y yo encontrábamos un modo de estar divertidas. La primera vez que la lleve al invernadero de mamá, una semana luego de conocernos, ella sonrío de oreja a oreja toda la tarde, hicimos coronas de margaritas blancas y a partir de esa vez ella me acompaño una vez al mes, al invernadero y nos transformábamos en dos princesas prisioneras. Antes de que se acabara el verano, invite a Noah, sus ojos brillaron más intensamente que otras veces cuando vio los últimos tulipanes que mi mamá plant y cultivo con un cuidado perseverante. Yo le prometí uno en cuanto abundaran… pero jamás pude entregárselo ya que su padre murió en el invierno de cáncer, y su madre la llevo donde su abuela. Jamas volví a verla y a veces cuando los días se ponen tristes y nublados como el dia del funeral de su padre, recuerdo como la luz de vida que había en ellos quedo eclipsada por las lagrimas que le nacían del corazón que junto con el mío sentí desfallecer, porque el señor Montgomery era muy querido, y además era el único sastre que podía hacer milagros con la ropa de un día para otro.

Capítulo 2
De cómo llegue al hospital
Todo se mueve a mí alrededor, las luces, las personas, las sensaciones. Todo mi cuerpo se encuentra adormilado, solo quiero cerrar los ojos; en mi mano una calidez se detiene para luego avanzar conmigo, levanto una vez más los párpados y veo a Connor junto a mi, su rostro contrariado por la preocupación me asusta. Yo intento por todos los medios devolver el saludo y cuando lo logró después de una eternidad, nos separan.
Las luces se vuelven más intensas y blancas sobre mí, algo a mí alrededor cambia el clima, brazos ajenos me levantan y me mueven a una mesa fría, dura y sin textura fija. Mi cerebro comienza a adormilarse otra vez, en mis labios hay un ligero sabor que no logro identificar, alguien a mi lado distrae mi atención al colocarme una mascarilla ¿Para qué la necesitare, si no tengo problemas para respirar? El aire a mi alrededor comienza a enfriarse un poco, lo último que veo un una figura blanca que me pincha el brazo izquierdo y extrae un poco de sangre.
Me siento cansada, comienzo a abrir los ojos, todo a mí alrededor me da vueltas, ya no siento frío… al principio sólo permanezco inmóvil oyendo dentro de mí una respiración tranquila, acompasada y lenta, luego me percato de que es la mía que se encuentra libre para dejarme suspirar, y es cuando me doy cuenta de que el dolor que me embargaba antes quedarme dormida ¡Puedo moverme! la alegría es tal que comienzo a mover cautelosamente mis articulaciones, pruebo mis tobillos, flexiono los codos, sacudo la cadera y me miro las muñecas, por último giro mi cabeza para ver que me rodea y lo que veo me asombra.
Estoy recostada en un verde prado, un par de colinas enmarcan el fondo del lugar hacia mi derecha, el sol aunque está en el punto de medio día, no me lastima ni a mí ni a mis ojos al contrario me conforta. El pasto que crece no es muy alto, y hay árboles de los más extraños a mi alrededor, los hay con hojas amarillas, las hay rosadas, las hay verde esmeralda, hay un árbol que sus hojas que parecen pétalos de flores exóticas, hay uno azul, uno blanco, y un gris, hay un lago que tiene las aguas intensamente pálidas y sin un tono en especial, pero su superficie no actúa como un espejo, pero me muestra los rostros de Mary y Christopher luego de lo que paso.
Me levanto del todo y avanzo al árbol más cercano, el amarillo, de lejos no tiene nada que algún otro árbol debería tener, pero conforme me acerco me percato de que el tronco del este arbusto lleva letras y que al unirlas forman una frase muy pequeña
“Del amor no puedo ni hablar
Ni siquiera lo conozco
Porque no tengo el que quiero…
Me ha pasado siempre igual,
De quien amo no gocé,
Ni gozo, ni gozaré
Así que lejos donde el campo
Florece
He de morir y desaparecer”
¿Dónde he leído esto antes?..... ¿Dónde? ¿Dónde?............Connor!!
El me mostro un libro hace tiempo y ese era el verso que había al final de la conversación entre Atreyú y Uyulala la voz del silencio, justo antes de revelar que la emperatriz infantil moriría inminentemente pero a todo esto que tiene que ver conmigo?
¿qué paso con Connor? antes de que me quedara completamente dormida él venía conmigo, luego nos separamos, no tengo idea de donde estoy, no sé donde esta Connor , y aunque debería de sentirme preocupada sobre mi paradero actual solo sé que quiero recostarme a la sombra de ese árbol y recordar ¿Por qué llegue a este lugar?
Bueno, en realidad, tengo una vaga idea de que sucedió.
Íbamos Christopher, Mary, Connor y yo en el auto del padre de Mary. Son cerca de las 5 p.m. y hace un calor letárgico. Christopher maneja y Mary hacia de copiloto a su lado. Connor iba recostado en el asiento posterior del lado izquierdo; extendía sus brazos hacia mí invitándome a dormirme en ellos, yo me recosté tímidamente en su hombro derecho y poco a poco me quede completamente dormida, lo siguiente que recuerdo es que de pronto oí un grito horrible, algo aplasto mi pierna derecha, me quise levantar, pero estaba desorientada. Connor sujeto mi cabeza y me obligo a que cerrara los ojos, y asi con mi cabeza protegida por el abrazo de Connor, llego a mi el sonido de un cristal roto, y con el una lluvia de cristales sobre nosotros, un dolor en mi espalda y otro mas agudo en el costado derecho, Mary había dejado de gritar y yacia inmóvil con el cinturón atorado en su cuerpo, Christopher gritando un montón de improperios y a Connor luchando por mantenerme alejada de los cristales que volaban por todas partes.
Luego de la sacudida inicial llegaron dos volteretas, después de eso la calma total.

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